Hola de nuevo amigos,
Me gustaría terminar esta semana con una entrada sobre la microbiota intestinal, también conocida como flora intestinal, y las razones por las que se está convirtiendo en un tema tan de moda.
Los animales tenemos millones de microorganismos viviendo sobre y dentro de nuestros cuerpos, prácticamente en todas las partes del cuerpo, como por ejemplo en la piel (microbiota cutánea), en la boca (microbiota oral), en la vagina (microbiota vaginal), etc. La microbiota intestinal es el término que usamos para referirnos a los microbios (bacterias, virus, hongos y protozoos) que viven dentro de nuestro sistema digestivo. Lo sé, siempre hemos pensado que los microbios son algo perjudicial para la salud y que debemos evitarlos y combartirlo, pero lamento deciros que esto no es cierto... al menos no es 100% verdad. La realidad es que existen tanto microorganismos buenos como microorganismos malos viviendo en nuestro ambiente y en nuestro cuerpo. Lo realmente importante para la salud es el equilibrio entre los microbios buenos y malos.
Nuestra microbiota intestinal contiene diez trillones de microorganismos, incluyendo al menos 1000 especies diferentes de bacterias conocidas que a su vez contienen más de 3 millones de genes (150 veces más genes de los que contienen nuestras células). Recordemos que cada gen es responsable de una función biológica específica, por lo tanto, las bacterias de nuestro intestino son capaces de realizar muchísimas funciones diferentes. Este es el motivo por el que recientemente nuestra microbiota ha sido descrita como un "órgano escondido", capaz de llevar a cabo muchas funciones biológicas de gran relevancia para nuestro cuerpo. Si pusiésemos junta toda nuestra microbiota, esta pesaría hasta 2 kilos. Otro dato sorprendente es que un tercio de la composición de nuestra microbiota es más o menos común a todos los seres humanos, sin embargo los otros dos tercios son específicos de cada persona. Esto significa que la microbiota que vive dentro de ti es totalmente personal e individual, como tu DNI.
Aunque la microbiota intestinal se puede encontrar en muchos órganos distintos del sistema digestivo (desde la boca hasta el intestino grueso o colon), es cierto que la mayor concentración de microorganismos está en el tramo final del intestino delgado y en el colon.
Y llegamos a la pregunta crucial, ¿por qué es la microbiota tan importante? El motivo ya lo hemos mecionado anteriormente, la microbiota se encarga de llevar a cabo muchísimas funciones fisiológicas con un impacto directo y final sobre nuestro organismo, la forma en que funciona y por lo tanto, sobre nuestr salud. Algunas de estas funciones más importantes son:
- Ayuda a nuestro cuerpo a digerir algunos alimentos que el estómago y el intestino delgado no son capaces de digerir por sí mismos (por ejemplo, la fibra o parte de la lactosa).
- Ayuda con la producción de ciertas vitaminas (sobretodo del grupo B y vitamina K).
- Produce moléculas (sustancias) importantes para nuestra salud, como la serotonina, un neurotransmisor conocido comunmente como la hormona de la felicidad y el bienestar, ya que ayuda a controlar los niveles de estrés, ansiedad y prevenir la depresión.
- Produce compuestos que no podemos producir nosotros mismos pero que necesitamos, como los ácidos grasos de cadena corta (acetato, propionato y butirato). Por ejemplo, el butirato es la principal fuente de energía de las células del colon, la necesitan para regenerarse y dividirse, así como para funcionar de forma adecuada. Y nosotros no somos capaces de producirlo, dependemos de las bacterias de nuestra microbiota que sí pueden sintetizarlo y que después nosotros absorbemos.
- Nos ayuda a combatir las posibles infecciones causadas por microbios patógenos (capaces de causar enfermedades) que provenien de nuestro ambiente. Cuando un microorganismo patógeno llega al intestino, llega a un ambiente ya ocupado por millones de bacterias (es el chico nuevo del barrio) y para poder multiplicarse tiene que ser capaz de superar primero a nuestra microbiota. Es como nuestro pequeño ejército personal.
- Ejerce un papel fundamental sobre nuestro sistema inmune. El sistema inmune es el encargado de defender nuestro cuerpo de cualquier agresión externa. Durante los primeros años de vida, la microbiota del bebé es la responsable de "entrenar" y "poner en forma" el sistema inmune, de modo que el sistema inmune se vuelve fuerte y aprede a distinguir qué es aquello de lo que debe protegernos durantre nuestra vida adulta. Esta relación entre la microbiota y el sistema inmune en los primeros años de vida es crucial, es lo que determinará el buen funcionamiento de nuestras defensas durante toda nuestra vida para que no nos enfermemos, pero también para que nuestro cuerpo no reconozca cosas propias como ajenas y se desarrollen enfermedades autoinmunes (el sistema inmune ataca una parte del propio organismo porque la reconoce como extraña y peligrosa).
Una microbiota intestinal equilibrada y saludable es la clave para asegurar un correcto funcionamiento digestivo, pero también para ayudarnos a estar sanos.
Considerando todo lo que acabamos de explicar, todas las funciones que realiza la microbiota y su importancia para el normal funcionamiento de nuestros distintos órganos, no es de extrañar que los expertos la consideren como un "órgano". Sin embargo, no debemos olvidar que es un órgano adquirido, ya que los bebés dentro del útero materno están en condiciones estériles (sin microorganismos). La colonización empieza justo en el momento del parto, evoluciona a medida que crecemos y depende de muchos factores distintos (la microbiota materna, el tipo de parto, el ambiente, la dieta, el uso de antibióticos los primeros años de vida...).
El sistema digestivo del recién nacido es rápidamente colonizado por microorganismos provenientes de la madre (vagianles, fecales, de la piel, del pecho, etc), del ambiente en que tiene lugar el parto, el aire... A partir del tercer día de vida, la microbiota pasa a depender totalmente de la alimentación del bebé: los bebés que toman el pecho tienen una microbiota dominada por la especie Bifidobacteria (seguro que os suena de los yogures, ya que esta bacteria está presente en gran proporción en la leche de cualquier mamífero); mientras que los bebés que toman fórmulas infantiles tienen una composición distinta donde no dominan las Bifidobacterias. Los científicos coinciden en que a partir de los 3 años de edad la microbiota intestinal se estabiliza, ya es muy similar a la de los adultos, y aunque sigue evolucionando a lo largo de toda la vida, en términos generales se mantiene muy estable (siempre que no haya algo que la desestabilice).
El equilibrio de la microbiota puede verse afectado de forma natural durante el envejecimiento, por lo que las personas ancianas tienen una microbiota significativamente distinta a la de los adultos más jóvenes.
Como hemos mencionado previamente, a pesar de esa estabilidad y semejanza en la mayoría de personas sanas, la microbiota es altamente personal y esas diferencias de una persona a otra vienen marcadas por el ambiente, nuestro estilo de vida, y sobretodo, la alimentación. La composición de la microbiota ha evolucionado de la mano de la dieta en las distintas poblaciones mundiales. Por poner un ejemplo, los japoneses pueden digerir sin ningún problema las algas, que llevan formando parte de su dieta siglos, gracias a una proteína que su microbiota es capaz de producir, adquirida de la microbiota marina, y de la que los occidentales carecemos. Es importante destacar que incluso pequeños cambios temporales en nuestra alimentación puede afectar a la composición de nuestra microbiota, tanto para bien como para mal.
Estos cambios en la composición de la microbiota pueden llevar a un desequilibrio de la misma, donde se pierden bacterias beneficiosas y proliferan las bacterias perjudiciales, situación que se conoce como disbiosis. Cambios en la dieta no son los únicos responsables del proceso de disbiosis. El consumo de antibióticos y otros medicamentos, el estrés, cambios de ambiente o problemas de salud como trastornos del sistema digestivo (desde gastroenteritis hasta la enfermedad inflamatorias intestinal), alergias, obesidad o diabetes, pueden causar disbiosis.
Una situación de disbiosis repercute negativamente en nuestra salud digestiva, tendremos más gases (y por cierto, olerán peor...), nos sentiremos hinchados, pesados después de la comidas, podremos tener diarreas, cólicos... Pero también repercute negativamente en nuestra salud general si tenemos menos bacterias beneficiosas, que necesitamos para obtener vitaminas, serotonina o butirato.
Muchos estudios han demostrado que el equilibrio de nuestra microbiota se puede recuperar gracias al efecto beneficioso de los prebióticos y los probióticos. Pero, ¿cuál es la diferencia entre ambos? Los prebióticos son compuestos que sirven de "alimento" solo a las bacterias beneficiosas, promoviendo su crecimiento y reproducción frente a las bacterias malas. Un ejemplo sería la fibra alimentaria, la inulina, los fosfooligosacáridos (FOS), la maltodextrina, la lactulosa o los galactooligosacáridos (GOS). Mayoritariamente los prebióticos se encuentran en alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, legumbres y cereales integrales) y en la leche materna. Por otro lado, los probióticos son bacterias beneficiosas vivas que se encuentran en determinados alimentos fermentados como el yogur, el kefir, el sauerkraut, el tempeh o el té kombucha; o también en algunos suplementos y medicamentos. Tanto los prebióticos como los probióticos nos ayudan a mantener el equilibrio, integridad y diversidad de nuestra microbiota intestinal.
Gracias a la investigación científica, el misterio de los microorganismos que viven en nuestro tracto gastrointestinal está aclarándose poco a poco. Sin embargo, aún quedan cosas por descubrir, prueba de ello es que cada año se publican más y más artículos científicos relacionados con la microbiota con nuevos e interesantes resultados.
Espero que os haya gustado este tema y que ahora sepáis un poco mejor por qué debemos cuidar nuestra microbiota intestinal para asegurar nuestra propia salud.
Hasta pronto!
Sonia
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